Plassaert, 2
“En la
primera de las habitaciones vivió casi dos años, en otro tiempo, un curioso
joven que se llamaba Grégorie Simpson. Era estudiante de historia. Trabajó
temporalmente como subbliotecario auxiliar en la Biblioteca de la Opera. (…)
Para el curso siguiente, Grégorie Simpson consiguió una beca cuya cuantía,
aunque módica, le permitía al menos subsistir sin la necesidad apremiante de
tener que encontrar trabajo. Pero, en lugar de dedicarse al estudio y acabar la
carrera, cayó en una especie de neurastenia; un letargo singular del que nada,
por lo visto, logró sacarlo. (…) Vino después la época de los grandes paseos
por París. Marchaba a la deriva, caminaba al azar, se sumía en el tumulto de las
salidas de oficinas. (…) Más tarde empezó a quedarse en casa, perdiendo poco a
poco toda consciencia y tiempo. (…) En los últimos seis meses no volvió a salir
prácticamente de su cuarto. (…) Desapareció de veras a los pocos días, y nadie
supo nunca qué fue de él.”
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